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  • Foto del escritorKabbalah Society

Santa Teresa y la Kabbalah

Actualizado: 22 sept 2019

Por Julienne McLean


Teresa Sánchez de Cepeda, era conversa y revelaba el secreto de la Kabbalah en sus escritos, sin embargo, no puede decidirse que se les puede atribuir a fuentes Hebraicas o las obras del gran renacimiento de los Kabbalistas cristianos.


No había sido educada en el lenguaje de su ascendencia Judía y su conocimiento del latín era muy superficial, es posible que haya tenido conocimiento a través de sus lecturas de los españoles místicos como Francisco de Osuna o Bernardino de Laredo además de sus confesores y guías que si podían leer las fuentes de la Kabbalah Cristiana o que los judíos que se la hayan transmitido así como otros que la rodeaban ayudándola en su desarrollo y en su entendimiento para poder explicar sus experiencias con asistencia de la Kabbalah Cristiana mismo que sucedió en numerosas ocasiones en sus discusiones con sus maestros españoles que tenían este conocimiento.


Quizá nadie mencionaba a la Kabbalah por su nombre ya que en aquel entonces la persecución de la inquisición se hacía sentir poderosamente, sin embargo, las imágenes vividas y cautivadoras de esta tradición se encontraban dominando la cultura a través del contacto con judíos y conversos en las comunidades de España ya que contenía ricos y variados elementos que incluían la Kabbalah. 


La Kabbalah había sido una influencia que se había extendido mucho entre la población ya desde el siglo XIII. Los Kabbalistas habían diseminado sus ideas entre el público como en el acercamiento místico de Abulafia y la interpretación de los libros de Ruth, los canticos y las lamentaciones de las interpretaciones de Moisés de León además de la popularidad con la que el Zohar influencio la literatura de innumerables manuales. Las enseñanzas de la Kabbalah, inclusive, se encontraban en los sermones de los santos de la iglesia ayudando con esto a levantar la piedad de las masas ya que capturaban sus corazones lo que no hacían los intelectuales del momento.


Era claro y posible que está imaginación y piedad de los Kabbalistas haya sido absorbida en todos los niveles sociales de la España de Santa Teresa. Los conceptos Kabbalísticos están muy presentes en la casa de los conversos y hay que tomar en cuenta que Santa Teresa era de familia conversa. Aunque estas costumbres estaban cubiertas por la persecución de la Inquisición las mujeres guardaban la tradición y la enseñaban en oraciones y rituales a sus hijos desarrollando una creencia de adoración secreta que combinaba elementos judíos y cristianos.


Otros conversos buscaban asilo en la Kabbalah así que el misticismo incluía elementos Kabbalísticos como la Sefirot, la reencarnación y de otras revelaciones que algunos conversos decían “recibir” de visitas del profeta Elías.


Para el padre de Santa Teresa debe haber sido difícil mantener su situación y casi estuvo a punto de que lo agarrara la inquisición. Aunque Santa Teresa tenía conocimiento de su descendencia judía y que pertenecía a una familia de conversos siempre evitaba referirse a ello, sin embargo, no sabemos a qué nivel ella recibió creencias Kabbalísticas y sus costumbres. Debido a esto es posible que haya estado familiarizada con esto ya que sin duda la presencia de las imágenes de los principios de la Kabbalah está muy presentes en toda su obra, aunque ella no se haya dado cuenta de esto. Sus “Moradas” pudieran ser un vestigio de sus ancestros ya que son una mezcla revitalizada de una sincera fe cristiana.  Esta obra representa una estructura sin sistema, una espontaneidad de transiciones y la impredecible transformación de imágenes.


En su escritura marca mapas en el desarrollo espiritual que los eruditos continúan defendiendo y en una serie de metáforas cuyo origen e interrelación aún intentan explicar. La conclusión de que su obra no es original sino una síntesis de varias fuentes nos deja respuestas insatisfactorias.


Así que nos queda explorar el hecho de que su fuente de imágenes haya sido la Kabbalah y en el Zohar, especialmente encontrada en las “Moradas del Castillo Interior”. En particular contiene imágenes extremadamente similares a los conceptos de Santa Teresa como son: “Los Palacios del Señor”, “Las Mansiones Interiores”, “El Palacio de Diamante”, “El Gusano de Seda”, “El Espejo”, “La Nuez” y “La Paloma”.


Su forma de usar estas imágenes es parecida al estilo del Zohar en el cual la mezcla de metáforas y símbolos que se entre relacionan se considera un Arte.


Las Siete Mansiones de los Palacios posiblemente tiene sus orígenes en las etapas de la evolución del alma encontradas en el Árbol de la Vida.   Las Murallas de Ávila, pudieron ser parte de la imaginación, tanto de Moisés de león como de Santa Teresa en lo que respecta a las fortificaciones del Castillo de Santa Teresa.


La predilección del uso del siete en los motivos Kabbalísticos habla también de los siete niveles de conciencia que el ser tiene que ascender; “hay muchas mansiones en la casa de mi Padre”. Estos niveles son los niveles de consciencia a los que aspiran los Kabbalistas en el arduo viaje del alma hacia el nivel de conciencia espiritual de sus mansiones interiores “no son una cosa arrinconada y limitada sino un mundo interior donde caben tantas y tan lindas moradas como habéis visto., y ansí es razón que sea pues dentro de esta alma hay morada para Dios”.


Los Kabbalistas lo ven ahora de una forma más psicológica ya que en Yezirah, o el mundo de la psique, se encuentra el alma como órgano que procesa y metaboliza experiencias de vidas y esto, en su tiempo, pudo haberse entendido como cámaras o palacios en los que el aspirante tenía que experimentar antes de aprender los secretos del Santo de los Santos o la Cámara más Sagrada de lo Interno.


Desde sus orígenes la Kabbalah fue inspiración, tanto para Moisés de León como probablemente lo fue para Santa Teresa. Los místicos Hekalot, basados en la visión de Ezequiel del acenso “de aquellos que viajaban en la Carroza” hablan de estas experiencias místicas que más tarde fueron uno de los fundamentos de los Kabbalistas del siglo XIII. Santa Teresa habla que de un palacio celestial como “de un diamante de muy claro cristal”. Los palacios de los cuales hablan los Kabbalistas están hechos de piedras preciosas usualmente duras como el diamante o zafiros (del hebreo Sappir “radiación de la Luz Divina”)


Ella habla de “considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante de muy claro cristal donde hay muchos aposentos, “ansí como en el cielo hay muchas moradas”.


De toda esta imaginación los Kabbalistas de hoy lo traducen como una infinidad de funciones y niveles de la conciencia de la psique o “alma” en griego.

Otra concepción de Santa Teresa son sus mundos paralelos o “de los cielos interiores” y “los cielos exteriores” influenciados por las ideas renacentistas neoplatónicas del micro y del macrocosmos. Otros elementos que pudieron haber contribuido son los esquemas de las sustancias del mundo divino o de la Shekhinah o Presencia Divina.


Una descripción del Zohar, en cuanto a la experiencia mística dice; “una vez dentro las Sefiroth no son más un sistema teológico abstracto que se vuelven mapas de la consciencia” y esto se parece muchísimo al recuento Teresiano de su impresión de las moradas en cuanto a las batallas que el alma tiene que lidiar.  Nos adelantamos más a estas semejanzas cuando examinamos aspectos de las moradas en sus estructuras del siete que vemos es indiscutiblemente igual a los siete palacios o al concepto de los siete cielos de los Hekalot y como el concepto del viaje del Kabbalista similar a las luchas que el alma tiene que sufrir en su ascenso a través de su viaje interior, aspectos de una fuerte influencia Kabbalista en las fuentes de la obra de Santa Teresa.      


DATOS. La murallas románticas y medievales de la cuidad de Ávila, es las más completas de toda Europa, no sólo pueden considerarse un simple aparato bélico, sino que reflejan la historia y el sentir de su gente 1515, 1582.


Moisés de León (1240 – 1290) residió en Guadalajara, su obra más importante el Zohar, atribuyó esta obra al Rabino palestino del siglo II Simón Ben Yohai y estableció contacto con Nahmànides cuando este ya era un anciano.

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