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  • Foto del escritorKabbalah Society

La Península Ibérica en el siglo XIII

Actualizado: 16 sept 2019

Por Gonzalo Simón (autor de la novela La Llamada – www.lallamada.org)


Durante el siglo XIII en la Península Ibérica vivían cristianos, judíos y árabes. La convivencia no era todo lo pacífica que puede parecer. A continuación, podrá leer, de forma resumida, la relación entre los cristianos, los judíos y los árabes en el siglo XIII.


Los cristianos y los árabes estaban en guerra por el territorio. En Catilla Fernando III, primero, y con Alfonso X, después, llegaron a conquistar todo el territorio hasta Granada. Por su parte Jaime I de Aragón conquistó el reino de Valencia y las Islas Baleares. Por lo tanto, no podía ser pacífica la convivencia entre dos pueblos en guerra.


Los reyes cristianos Alfonso X de Castilla y Jaime I de Aragón se consideraban elegidos por la Providencia. Jaime I estuvo al borde de la muerte en varias ocasiones y, al salvarse milagrosamente en todas ellas, se creó el mito de que estaba protegido por la divinidad. Alfonso X creyó incluso que estaba por encima de la Iglesia y optó al título de Emperador, queriendo representar la máxima figura política de Dios en la Tierra.


El siglo XIII fue un siglo de decadencia para los reinos árabes de la Península. El esplendor vivido en los siglos anteriores con el califato de Córdoba se perdió. Las luchas internas entre los diferentes reyezuelos de taifas provocaron la pérdida de la mayor parte del territorio a manos de los cristianos. La batalla de las Navas de Tolosa (1.212) marcó un punto de inflexión en el domino árabe de la Península, batalla en la que los cristianos se la jugaron la vida a una carta y milagrosamente vencieron. A partir de ese momento los reinos árabes comenzaron a desmoronarse.


Solamente las fuerzas árabes se recuperaron en la última parte del siglo como consecuencia de la crisis económica en Castilla y se unieron contra la cruzada africana del rey Alfonso. El malicioso ataque a Salé (territorio en el norte de África) el día del Ramadán, provocó la ira de los árabes del norte de África. El rey de Granada llamó a la revuelta de los moros que aún vivían en territorio cristiano en la Península Ibérica y el Emir de Marruecos entró en la Península con mucha furia, devastando todo a su paso hasta Sevilla. No obstante, a los pocos años, el rey Sancho (hijo de Alfonso) logró recuperar todo el territorio del sur de la Península. A final de siglo sólo el Reino de Granada estaba en manos árabes.


No hubo gran permisividad de los cristianos con los árabes que se quedaban en territorio cristiano conquistado. Incluso en algunas ocasiones, como en la conquista de Valencia, les obligaron a abandonar la ciudad. Solamente hubo un intercambio fructífero entre las élites intelectuales árabes y cristianas que colaboraron en la obra artística o en la traducción de libros.


Los cristianos y los judíos tuvieron una buena relación durante la mayor parte del siglo. Los judíos eran propiedad de los reyes cristianos y pagaban un impuesto especial por la protección real. Los hebreos tuvieron en gran estima al rey castellano Fernando III (1199-1252), quien consiguió una dispensa papal para que no tuvieran que llevar un distintivo en la ropa. Con Alfonso X (1221-1284) la relación fue muy buena al principio de su reinado gracias a la colaboración en la traducción de libros y al asesoramiento astrológico que proporcionaban los judíos. De hecho, la relación entre el gran rabino castellano Todros y el rey Alfonso fue excelente. Únicamente al final del reinado y como consecuencia de la desobediencia del tesorero judío del reino, Zag de la Maleha, el rey confiscó propiedades a los judíos, les impuso una fuerte multa y la relación se deterioró hasta tal punto que muchos judíos se marcharon a Navarra y Francia. En Aragón, el rey Jaime I (1213-1276) tuvo una buena relación con los hebreos hasta que obligó a exiliarse al rabino Nahmánides en 1263 por una disputa teológica con los sacerdotes cristianos en Barcelona.


Las comunidades judías eran propiedad de los reyes, quienes a cambio de dinero otorgaban protección a las aljamas. Los judíos eran médicos, astrólogos y asesores de los reyes cristianos, además de ejercer diferentes profesiones como las de prestamistas, poetas o traductores de libros. Además, fueron muy importantes las escuelas de conocimiento místico que tuvieron gran relevancia en Castilla. También había escuelas de astrología en Castilla y Aragón, formadas mayormente por judíos.


A nivel del pueblo llano hubo colaboraciones y disputas. Por ejemplo, las comunidades judías de Teruel y Albarracín, por ejemplo, financiaban a los ganaderos turolenses cristianos; en otra ocasión los hermanos de una judía y un cristiano de Cuenca que se enamoraron se pelearon de forma sangrienta.


La mayor parte de las ciudades y pueblos contaba con sinagogas. Los reyes permitieron que se mantuvieran edificadas, pero por influencia papal, no dejaron construir más. No obstante, en algunas ocasiones y por influencia de los rabinos sobre los reyes, estos se saltaban las normas eclesiásticas y autorizaron la edificación de nuevos templos hebreos.


La desobediencia de los dictados de la Iglesia en relación con los judíos y a los árabes hizo que las relaciones entre la Iglesia y los reyes cristianos no fueron muy buenas. Los reyes de Castilla y Aragón consideraban que estaban haciendo mucho más por la cristiandad que el resto de los reinos cristianos europeos y por ese motivo no les gustaba obedecer los dictados de Roma.


Los judíos y los árabes tuvieron una relación mucho más fría que en siglos anteriores. Los árabes expulsaron a los judíos de sus territorios culpándoles de las derrotas a manos de los cristianos. Los hebreos de Al-Andalus emigraron hacia los territorios del norte de la Península asentándose muchos de ellos en Toledo. Por lo tanto, la mayoría de los judíos de la Península en el siglo XIII vivían territorio cristiano. Esto provocó que el contacto entre árabes y judíos se limitara a las élites intelectuales.


Esta situación fue muy diferente a la de los siglos XI y XII donde la mayoría de los judíos vivía en territorio árabe y tenían una excelente relación con los reyes árabes; en aquellos años destacaron grandes personajes hebreos en Al-Andalus como Ibn Gabirol, Ibn Ezra, Maimónides, Ibn Nagrella.

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